Por tantos rocieros de esos mundos de Dios...

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Los que hemos nacido tan cerquita de la Virgen casi no tenemos mérito de ser rocieros. Lo hemos "mamado" desde pequeños, nos han llevado desde pequeños a la reja almonteña, nos han pasado por el manto de la Señora o tenemos a la Virgen del Rocío tan cerca que no pasamos sin visitarla y rezarle a menudo. Mérito el vuestro, los de lejos, los que hacéis miles de kilómetros y hacéis las cuentas de vuestras vacaciones pensando en cada Rocío, en la Virgen, en hacer Hermandad tan lejos, pero tan cerquita… Y a veces, con incomprensiones, durezas, dificultades que forjaron aún más nuestras entrañas rocieras. ¡Porque la devoción a la Blanca Paloma mueve montañas y nos acerca!



Ahora cuando hemos vuelto del camino y de la Romería y comienzan ya los sueños del Pentecostés próximo, ahora..., nos damos cuenta del regalo de ser cristianos y rocieros, de ir siempre a Jesús por María y de encontrar en la Marisma un cachito de ese Cielo donde la Trinidad Santa nos espera. Y ese regalo también lo descubrimos por vosotros, que... ¡cada día nos enseñáis a ser más y mejores rocieros de la Virgen!



¡Feliz día de la Santísima Trinidad y vivan los rocieros de esos mundos de Dios y de María!